SOBRE ESTE BLOG...

Vas a encontrar, básicamente, data sobre historieta cómica argentina clásica. Además, bastante de bande dessinée. Algunas reflexiones sobre el lenguaje historietístico, muchas polémicas y miles de imágenes, la mayoría de mis propios archivos. La forma más fácil de ubicar un material o autor es ir a "Etiquetas", revisar y hacer click en la pertinente. También podés escribir una palabra clave en "Buscar en este blog". Tenés mi contacto, encima, acá al lado → → →→ → →→ Suelo responder mails si la consulta es muy específica. En cuanto a enlaces que ya no funcan, lo siento, llegaste tarde. Podés tomar lo que quieras, en tanto cites la procedencia. Si no citás, y te ubico, te escracho públicamente, como he hecho en varias oportunidades. Enjoy

martes, mayo 04, 2010

"El oficio de las viñetas" (2)

Anoticié por mail a Federico Reggiani del equívoco en que nos había hecho caer el periodista de la Ñ, y en su respuesta me menciona un artículo de su autoría sobre el libro de Laura Vázquez
(ver) . Después de leer a Fede, y estando estancado aún en la misma página del libro, confirmo lo que tiré en el post anterior: se trata de un trabajo de tesis extendido con fórceps a ensayo. Lo que no quita, como ya dije, que sea sumamente rescatable si se lo lee fragmentariamente y no como el todo conceptual que se pretende.
Por otra parte, me rompe soberanamente las pelotas una estupidez instituída y naturalizada que por supuesto no es atribuíble a la Vázquez, salvo en que se hace eco: que la época de oro de la historieta argentina fueron los '50 y que para finales de los '60, ya estaba muerta. Esa es una visión sesgadísima que parte del preconcepto que la historieta "prestigiosa", aquella que vale la pena considerar, la que tiene "jerarquía artística", es la historieta "seria". Doy fe -y no de mentas como la Vázquez, que da por válidos los dichos del payaso de Sasturain- que desde principios de los '60 hasta prácticamente mediados de los '70, los kioscos rebosaban de historietas cómicas. Esta vertiente subsiste durante todo el período que va desde el final de los emprendimientos de Oesterheld hasta la aparición de Récord. Y después, al toque, viene La Urraca. Leído así no hay huecos temporales, hasta el fin de Fierro, a principios de los '90. Eso, sin contar la permanencia de Columba. Que las tiradas se habían reducido mucho? De acuerdo. Pero eso no implica que la historieta estuviera muerta en el '68, como explícitamente afirma el popular actor cómico, y la Vázquez le cree. Que Breccia u Oesterheld no tuvieran laburo por esa época no es indicador de otra cosa que de los parámetros con que se mueve Sasturain, que además lee muy mal al segundo. En el párrafo que destaco del libro de Vázquez, Oesterheld habla desde un punto de vista creativo.
Dicha decadencia sí es comprobable y alcanzó también a las editoriales de historietas cómicas. Se me ocurre que uno de los factores que incidió en ésto, fue precisamente la desaparición temporaria del género "serio" del mercado, en tanto competencia. Porque el lector de historietas no hacía la diferencia que los analistas hacen y podía leer tanto Patoruzú como Hora Cero. La prueba es que Quinterno, que no era ningún boludo como editor, hacía coexistir ambos géneros en la Patoruzito semanal. No se puede minimizar de ningún modo, desde el punto de vista del público lector, la permanencia -inclusive hasta la actualidad- de reediciones de Mafalda o de Patoruzú, Patoruzito e Isidoro. Los "investigadores" de la historieta argentina suelen nombrar estos fenómenos de enorme repercusión popular, de pasada y circunscriptos a una época. Tienen tres problemas: son demasiado jóvenes, no vienen del palo, y otorgan autoridad a gente como Sasturain. Así, no salen de Breccia, Oesterheld y Pratt. El mismo Reggiani lo esboza en su artículo.
Y ahora, la novedad es analizar la Bienal del '68 del Di Tella que lo único que aportó es el engrupimiento de muchos historietistas que a partir de ahí se reputaron "artistas", a diferencia de los aludidos que no se la creyeron y pudieron seguir haciendo lo que hacían, sin contaminaciones culturosas. No me parece mal que otras disciplinas se ocupen de la historieta, por el contrario. Lo malo es que al momento de crear se piense en estos sesudos análisis, antes que en el futuro lector, el tipo que viaja en tren y busca entretenerse en el trayecto. Y por ahí debería ir la necesaria síntesis diálectica que mencioné a raíz del reportaje a Enrique Breccia, reproducido en el post anterior.

14 comentarios:

  1. Hola
    Aún no lei aún el libro de Laura. A veces, a mi también me quema un poco el analisis teórico respecto a la historieta, pero vivimos en una época tan pobre de ideas que al menos celebro que haya alguien que intente tirar alguna a este gran vacio que nos regalo la década del 90.
    De paso, te quería avisar que este Domingo el diario "Miradas al sur" publica mi documental HORA CERO, sobre la vidad de Oesterheld. Creo que la participación de Eugenio Zoppi y Solano López pueden gustarte. El último post de mi blog trae más información.
    Saludos!

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  2. Me agendo levantarme temprano el domingo, entonces. Son pocas las veces que he podido hacerme de un ejemplar de Miradas al Sur. Abrazo

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  3. Buenas, jefe, no sé si se enteró de esto: http://www.hortensia.com.ar/

    Dicen que van a estar todos los números para ver.

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  4. Que interesante, no estaba al tanto. Gracias por el dato.

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  5. Estuve leyendo los comentarios, y quería aportar sólo una cosa: me parece que la discusión no es tanto por la validez de la semiología, la crítica literaria y todas los meta-discursos que se realizan sobre la historieta, sino más bien por una necesidad de recoger un aspecto de la historieta que tiene que ver con la conexión con los lenguajes minoritarios y las convenciones y la cultura de las clases populares.
    En general, lo que se realiza a través de esos meta-discursos es una operación de legitimación, donde se intenta estructurar una argumentación por la cual se puede convencer al lector de que la historieta puede ser incluida dentro de los “lenguajes mayores” (es decir, los lenguajes hegemónicos, aceptados, pertenecientes a la alta cultura, etc.), a costa de apartar, justamente, aquello que la historieta tiene de más peculiar, que reside en su carácter masivo, de código menor, de recuperación de todo aquello que no entra dentro de los cánones de lo “culto” (de hecho, el lenguaje provocativo con que habla en esa entrevista Breccia hijo tiene mucho de eso)
    El dilema, entonces, no consiste en preguntarse si teorizar sí o si teorizar no, sino en cuestionar cómo se estructuran las construcciones teóricas sobre los discursos populares, sobre qué tipo de presupuestos se paran. Dicho medio brutamente, si rastrean en la historieta la aparición de los discursos ya legitimados (filosóficos, políticos, sociológicos, etc.) y se maravillan de que en un medio que parece tan tosco aparezcan las ideas que ellos ya tiene y consideran valiosísimas, o si – por el contrario – se va hacia la historieta como una forma de establecer un contacto con formas de pensar, sentir, actuar e imaginar el mundo que pertenecen a “lo otro” de la “alta cultura”, porque justamente no hay ningún discurso legitimado socialmente que de cuenta de ello. En este sentido, me parece alucinante tratar de pensar la peculiaridad de esos lenguajes, porque es un esfuerzo de comprensión que puede determinar la transformación misma de los parámetros teóricos hegemónicos. La idea sería, intentar que, en vez de que la historieta se vuelva “culta”, la cultura se vuelva historietística.

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  6. Estimado Miguel:

    Nuevamente entré a su blog y leo esta segunda parte de su "crítica" en la que se refiere repetidamente a "la vazquez". No me molesta el ninguneo, pero creo que es la peor estrategia para sostener un argumento válido. Por otra parte, le comento y sólo por si le interesa saberlo que mi tema actual como investigadora del Conicet es, precisamente, la producción editorial de Dante Quinterno y García Ferré. No tomé la historieta infantil ni la humorística en mi tesis doctoral por razones que explicité en la introducción y en distintas partes de la misma. Es legítimo y hasta saludable realizar recortes cuando se quiere decir algo interesante. Con respecto a la existencia o no de una "edad de oro", me llama mucho la atención su comentario porque, justamente mi posición es más bien desconfiar de su existencia. Entonces, concluyo, hay dos posibilidades: o yo me expreso muy mal o Ud. debería volver a las fuentes. El resto de los puntos, no los voy a refutar porque no resisten análisis. Decir que me agarro de los dichos de Sasturain cuando precisamente lo cuestiono. En fin...no importa, lo único que puedo decirle es que frases como "contaminaciones culturosas", "sesudos análisis" o "trabajo de tesis extendido con fórceps a ensayo" (¿cuántes tesis leyó Sr. Dao?) son poco felices y no aportan a la mirada crítica. Por último y para mencionar los tres "males" que ve en mi trabajo, lo cito: "Los "investigadores" de la historieta argentina suelen nombrar estos fenómenos de enorme repercusión popular, de pasada y circunscriptos a una época. Tienen tres problemas: son demasiado jóvenes, no vienen del palo, y otorgan autoridad a gente como Sasturain". Me pregunto porque el entrecomillado en "investigadores", si quiere le extiendo una copia de mi curriculum para que lo compruebe, salvo que estemos frente a distintas definiciones de lo que es un investigador en la Argentina. Luego dice, "son demasiado jóvenes" y "no vienen del palo". Sr. Dao, gracias por el piropo, pero no soy tan joven, debería averiguarlo y por último, no ser del palo" (¿ser guionista es ser "del palo"?) para mi es una virtud. Me permite mirar la historieta como objeto y no hacer de su análisis una lectura apasionada. Saludos y nuevamente, lo felicito por su blog.

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  7. Bueno, ahora si que voy a leer el libro. Ya está en mi biblioteca.
    Abrazo miguel, un beso para Laura.

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  8. Lau: Se ve que leés poco a tu padre. Me he cansado de reivindicar el carácter marginal de la historieta dentro de la supuesta Cultura con mayúsculas. Pero me alegra que coincidamos, y que me visites acá.
    Laura: si tuviera que poner un título a tus comentarios, sería "como pasar del vos al usted, en pocas horas". Te contestaba hoy que la regla general de este blog, es el enojo ante las críticas. Me extrañaba que fueras la excepción, y tenía razón, no lo sos.
    Empecemos por "la" Vázquez. Te cuento que en el teatro, mi métier más específico, resulta un título honorífico el anteponer el artículo al apellido de una actriz. Concedo que no estamos en el teatro, pero de ahí a que lo tomes como ninguneo... A menos que quieras hacer valer tu currículum y pretendas que anteponga a tu nombre el título de licenciada o doctora. No te daría bolilla, porque aparte de ser desconfiado por naturaleza de los títulos, no es el terreno en que nos movemos. Vos escribiste un libro, yo lo leí y opino sobre él, simple.
    Te hago caso, en cambio, en ir a las fuentes, y te cito. Iniciás la presentación, diciendo. “Este libro se propone reconstruir un tramo significativo de la historieta argentina. La investigación se concentra en el período 1968-1984.” Más adelante hablás de la historieta “seria” y del “humor gráfico”, “dibujo humorístico”, “historietas humorísticas” o “humoristas”, indiferenciadamente, concediéndole una importancia que no se comprueba a lo largo del libro. O sea, el recorte al que te referís no lo encuentro explicitado, pero puede que me haya distraído en algún pasaje.
    Respecto a lo de “edad de oro” te sugiero que hagas el mismo ejercicio que me proponés. Acuerdo en desconfiar de ese tipo de categorizaciones, pero el acento de mi crítica no está ni de lejos ahí, sino que cae sobre los dichos de Sasturain acerca de que en el ’68 la historieta estaba muerta. Y sinceramente -haciendo siempre la salvedad que pude haberme distraído- no encuentro que lo desmientas. Si yo no tuviera idea del mercado de la historieta en la Argentina, después de leer tu libro me quedaría la sensación que desde fines de los ’60, hasta la aparición de Skorpio, sólo existían Oesterheld y Columba.
    En el párrafo mío que transcribís no te sientas absolutamente aludida. No caería en el lugar común de ofrecerte mis antecedentes, ni de remitirte a innumerables artículos que escribí en este blog (aunque si estás escribiendo sobre Quinterno y Ferré, te convendría). Pero te pido que me creas si te digo que vengo desde hace mucho peleando con gente poco documentada, que habla liviana y poco inteligentemente de historieta. No sos el caso, más allá de las reservas que me pueda generar tu trabajo, y es posible que hayas caído injustamente en la bolsa general de mis broncas. Disculpas por eso, pero estas notas que garabateo en mis ratos de ocio, ni de lejos pretenden alcanzar objetividad académica.
    Y a propósito, y para terminar... he leído algunas tesis, sí. En el terreno del derecho, en el que también me muevo, y en el de la filosofía, en el que se mueve la tocaya que te antecede en este comentario.
    Beso
    (...ah, perdóname el tuteo, pero una vez que empecé, me cuesta volver al usted)
    Cancio: leélo, porque es muy interesante.

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  9. Ya que mi aporte anterior no agregó nada a las brillantes reflexiones anteriores de Dao, vuelvo a la carga a ver si ahora la pego.
    Hay dos tipos de falacias (esto es, argumentos que resultan convincentes pero son inválidos) que se están utilizando en la discusión Dao – Laura V. y que arruinan toda posibilidad de decirse algo interesante. Uno se llama falacia ad hominen (contra el hombre), Dao lo usa mucho (no puede escribir porque es joven, porque no es del palo, porque es una “investigadora” que pretende ser “científica”, etc.) , el otro se llama Falacia Ad Verecundiam (de apelación a la autoridad), que usa principalmente Laura V. (recalca que es investigadora de CONICET, pregunta cuántas tesis leyó el otro como si se necesitara leer alguna para decir que una tesis pasada a ensayo en la mayoría de los casos se convierte en un híbrido).
    Me parece que meterse en ese terreno no sirve de nada, muchachos. Mejor tratar de intercambiar algunos pareceres, porque, me parece, no hay tantos interlocutores válidos y tan informados como ambos que – por distintas vías – se ocupen de las mismas cosas. Aprovechen y conversen.

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  10. Ya que mi aporte anterior no agregó nada a las brillantes reflexiones anteriores de Dao, vuelvo a la carga a ver si ahora la pego.
    Hay dos tipos de falacias (esto es, argumentos que resultan convincentes pero son inválidos) que se están utilizando en la discusión Dao – Laura V. y que arruinan toda posibilidad de decirse algo interesante. Uno se llama falacia ad hominen (contra el hombre), Dao lo usa mucho (no puede escribir porque es joven, porque no es del palo, porque es una “investigadora” que pretende ser “científica”, etc.) , el otro se llama Falacia Ad Verecundiam (de apelación a la autoridad), que usa principalmente Laura V. (recalca que es investigadora de CONICET, pregunta cuántas tesis leyó el otro como si se necesitara leer alguna para decir que una tesis pasada a ensayo en la mayoría de los casos se convierte en un híbrido).
    Me parece que meterse en ese terreno no sirve de nada, muchachos. Mejor tratar de intercambiar algunos pareceres, porque, me parece, no hay tantos interlocutores válidos y tan informados como ambos que – por distintas vías – se ocupen de las mismas cosas. Aprovechen y conversen.

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  11. Mi amor! Tanto he aprendido de vos!
    En eso de la rubicunda falacia (o algo así) tenés toda la razón del mundo! Que me quiere venir a correr con títulos esta mocosa!

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  12. Sr "el" Dao: no me enojan las críticas, todo lo contrario, coincida o no con ellas, siempre me resultan productivas. Desconocía que usaba el artículo por su vínculo con el teatro y en ese caso hay varios apellidos citados en su comentario. Así que si Ud. es desconfiado de los títulos creame que yo lo soy más de las aclaraciones de este tipo. No quiero hacer valer mis títulos, nada más lejos de eso. Simplemente, me interesó señalar que el uso de comillas en su comentario era inapropiado para referirse al trabajo de un investigador. Con respecto a si leyó tesis o no (no era para que me respondiera) ya que se trataba de una pregunta retórica. Como habló con tanta soltura de un trabajo que pasó "con fórceps" de la tesis al libro, me dio la impresión que sabía del tema y me gustaría que la próxima vez me aconseje en la materia. Por último, y dado que no me interesa seguir con la polémica, es excelente el título que pone a mi posteo. Uso el Usted porque alguien que me llama "mocosa" o es irrespetuoso o es una persona mayor. Como no lo conozco, me reservo cualquier opinión y lo trato con distancia. Ello no quita, por supuesto, que me alegre el haber conocido su blog, que lo lea cada vez que pueda y que siempre lo felicite por su investigación y conocimiento. Y si no fuera un interlocutor válido no estaría escribiendo esta líneas. Saludos cordiales.

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  13. El único apellido de mujer citado en el post es el suyo, señora (o señorita). En el mundillo del teatro no se dice "el" Alcón, pero sí "la" Aleandro.
    Entiendo que entendiste el chiste de "mocosa", y si es así, yo también me alegro de que sigas andando por acá. La gente inteligente y con sentido del humor, es siempre bienvenida a este blog. A mi vez, como te dije, te visitaré para leerte.
    Saludos cordiales y beso.

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  14. De acuerdo, quito entonces "el" Dao. Y lo saludo cordialmente, nos estamos visitando, comentando y criticando con humor y respeto mutuo.
    Muy buenas las últimas entradas. La Vazquez.

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